Uno de los éxitos de estas reuniones científicas es la pluridisciplinaridad. Nadie está en la posesión absoluta de la verdad en una disciplina, es por esto que la cooperación en materias afines, como la pediatría y la otorrinolaringología, nos hace comprender mejor las realidades clínicas de cada área de conocimiento, lo que sin duda nos lleva al éxito de este tipo de cursos.
Las metas que se han de conseguir con esta colaboración entre varias asignaturas afines siempre serán más jugosas y amplias que ese absolutismo de que una sola especialidad pretenda dominar todos los conocimientos. Lo mismo sucede, como es lógico, con las personas. Un curso puede ser monográfico pero siempre tendrá mayor éxito en función de la variabilidad y la calidad de su profesorado. De estos cursos debe salir la unificación de criterios, aclaración de conceptos científicos y, posiblemente, el germen de la creación de nuevas guías de práctica clínica.
Somos conscientes de que existen más tópicos de la otorrinolaringología que pueden interesar al pediatra, aunque por motivos logísticos hemos escogido los más frecuentes y que, además, siguen siendo los más controvertidos.
La felicitación más efusiva para todos los asistentes al curso y para todo el profesorado, cuya profesionalidad es incuestionable.