Sr. Editor:
El himen imperforado es una rara malformación congénita que ocurre en el 0,1 % de los recién nacidos de género femenino1-2. Constituye la anomalía obstructiva más frecuente del aparato genital femenino, presentándose normalmente de forma aislada, siendo muy rara su asociación con otras malformaciones1. Frecuentemente se presenta como dolor abdominal cíclico en adolescentes con amenorrea primaria1.
Comunicamos un caso de dolor abdominal recurrente en una niña de 13 años que padecía desde hacía 2 años dolor abdominal de forma repetida (4 o 5 días al mes, todos los meses), localizado en hipogastrio, no irradiado, de características cólicas, que a veces le despertaba por las noches, sin relación con las comidas y sin sintomatología acompañante. En los últimos meses le llevaba a presentar un importante absentismo escolar. Las deposiciones eran duras, con esfuerzo y dolor, en número de una al día, sin sangre ni moco. No se documentó pérdida de peso. Entre sus antecedentes destacaba amenorrea primaria y un mal hábito dietético, con excesiva ingesta de productos lácteos y escaso consumo de frutas. El rendimiento escolar y la relación con sus hermanos eran malos. Estaba bien vacunada y no presentaba alergias medicamentosas conocidas. La exploración física fue normal salvo el tacto rectal, donde, en la cara anterior de la ampolla rectal se palpaba una masa blanda, indolora, no fluctuante que comprimía la luz. El desarrollo mamario era compatible con un estadio de Tanner II-III y presentaba vello oscuro en pubis (Tanner II-III). Entre las pruebas complementarias realizadas destacaba hemograma, recuento y fórmula leucocitaria, proteinograma, perfil básico y lipídico, metabolismo del hierro y reactantes de fase aguda eran normales. La ecografía abdominal mostró una imagen de aspecto quístico con contenido en su interior, bien delimitada, de 10 cm de diámetro que desplazaba la vejiga urinaria. El enema opaco confirmó la compresión que ejercía la tumoración sobre el recto. La exploración ginecológica, mostró una imperforación del himen. Se realizó una himenotomía, tras la cual remitió toda la sintomatología.
El himen imperforado es un trastorno de los conductos müllerianos que constituye la anomalía obstructiva más frecuente del aparato genital femenino, y en raras ocasiones se asociada a otras malformaciones genitales (hemivagina, agenesia vaginal, septo transverso vaginal, hemiútero, ausencia de cuello uterino), urinarias (agenesia renoureteral, duplicidad ureteral, riñones en herradura y sinus urogenital), digestivas, vertebrales o anorrectales1. Presenta 2 picos de máxima incidencia1,3, uno en época neonatal, donde puede manifestarse como un hallazgo casual o como masa abdominal, y otro pico en la pubertad, ocasionando dolor abdominal recurrente y amenorrea primaria1. Aunque en general el himen imperforado se presenta de forma esporádica se han descrito familias con varios miembros afectados, siguiendo una herencia aún no bien aclarada4.
A su diagnóstico se puede llegar con una adecuada anamnesis y exploración física completa, ayudándonos de pruebas complementarias, principalmente la ecografía pélvica, que permite además el diagnóstico de malformaciones asociadas1. Una alternativa a ella es la ecografía transrectal (excepto en neonatos y lactantes en los que su realización no es factible), que, por la proximidad anatómica del recto con los órganos pélvicos, presenta una alta resolución5. La resonancia magnética y la tomografía computarizada se reservan para lesiones anatómicas complejas asociadas al himen imperforado, donde la exploración física y la ecografía no son resolutivas o para planificar el tratamiento quirúrgico de las mismas1,6. El diagnóstico tardío de himen imperforado puede ocasionar complicaciones graves como piohematocolpos, infertilidad e hidronefrosis1,7. El tratamiento recomendado es la himenotomía o perforación central en cruz del himen, tras la colocación de un catéter de Foley en uretra para comprobar y proteger la permeabilidad de la misma, permitiendo el drenaje de la sangre y otras secreciones acumuladas1,8. Una alternativa a este tratamiento, especialmente en determinadas culturas o razas, es la realización de una mínima incisión de la membrana mediante el paso de un catéter de Foley que se mantendrá colocado durante 2 semanas8. En ambos casos es importante asegurar un tratamiento antibiótico preventivo ya que la secreción acumulada constituye un magnífico caldo de cultivo para muchos microorganismos, aprovechando además la ausencia del bacilo de Döderlein9. Se aconseja un seguimiento de las pacientes para inspeccionar el área y descartar signos de infección e inflamación local1,8.
En conclusión, el himen imperforado debe sospecharse ante una niña con desarrollo puberal, dolor abdominal recurrente y amenorrea primaria.10 Una correcta anamnesis, exploración física y una ecografía abdominal son suficientes para el diagnóstico.1 El drenaje del hematocolpos, tras comprobar permeabilidad uretral, puede evitar complicaciones mayores2, permitiendo además una desaparición completa de la sintomatología.
Correspondencia: Dra. I. Delgado Pecellín.
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