La pandemia por SARS-CoV-2 ha tenido un alto impacto en la salud física y psicológica de la población. Nuestro objetivo fue evaluar la salud mental infanto-juvenil de una cohorte poblacional a lo largo del curso 2020-2021.
MétodosEstudio longitudinal y prospectivo de una cohorte de niños escolarizados entre 5 y 14años en Cataluña entre septiembre de 2020 y julio de 2021. Los participantes fueron seleccionados de forma aleatoria y seguidos por el pediatra de referencia en la atención primaria. La evaluación del riesgo de psicopatología fue realizada a través del Strengths and Difficulties Questionnaire (SDQ), contestada por un tutor legal del niño. Fueron recogidas también variables sociodemográficas y de salud del individuo y su núcleo de convivencia. Los datos fueron recogidos mediante una encuesta on-line a través de la plataforma RedCap al inicio del curso y al final de cada trimestre (4cortes).
ResultadosAl inicio del curso escolar el 9,8% de los alumnos fueron casos probables de psicopatología, frente al 6,2% de final de curso. La percepción del nivel de preocupación de los niños por su salud y la de su familia se relacionó con presentar psicopatología, especialmente al inicio del curso, mientras que la percepción de un buen ambiente familiar se relacionó en todo momento con menor riesgo. Ninguna variable relacionada con la COVID-19 se asoció con resultado alterado del SDQ.
ConclusionesA lo largo del curso escolar 2020-2021 el porcentaje de niños con probabilidad de presentar psicopatología mejoró, y pasó del 9,8% al 6,2%.
The SARS-CoV-2 pandemic has had a great impact on the physical and psychological health of the population. The aim of our study was to assess child and adolescent mental health in a cohort throughout the 2020-2021 school year.
MethodsWe conducted a longitudinal prospective study in a cohort of children aged 5 to 14 years in Catalonia, Spain, from September 2020 to July 2021. Participants were randomly selected and followed up by their primary care paediatricians. The risk of mental health problems was assessed with the Strengths and Difficulties Questionnaire (SDQ), completed by one of the legal guardians of the child. In addition, we obtained information on the sociodemographic and health characteristics of the participants and their nuclear families. We collected the data by means of an online survey through the REDCap platform at the beginning of the academic year and at the end of each term (4 time points).
ResultsAt the beginning of the school year, 9.8% of participants were cases of probable psychopathology compared to 6.2% at the end of the year. The perceived level of worry of the children for their own health and the health of their families was associated with the presence of psychopathology, especially at the beginning of the year, while the perception of a good family atmosphere was consistently associated with a decreased risk. No variable related to COVID-19 was associated with abnormal results in the SDQ.
ConclusionsDuring the 2020-2021 school year, the percentage of children with probable psychopathology decreased from 9.8% to 6.2%.
La pandemia por la COVID-19 ha sido una emergencia de salud pública de importancia internacional1. El impacto de la infección aguda por el SARS-CoV-2 en pediatría ha sido bajo, ya que generalmente cursa de forma leve2,3. No obstante, los cambios que la pandemia ha implicado en la vida de niños, niñas y adolescentes (a partir de ahora referidos en el texto bajo el sustantivo «niños») han puesto su salud mental en el punto de mira4,5. Uno de los principales cambios ha sido la interrupción de su vida escolar. Se estima que hasta 1.500 millones de niños menores de 20años no asistieron a la escuela durante la primera ola de la COVID-19. Según un análisis de UNICEF6, más del 13% de los adolescentes de 10 a 19años padecía en 2019 un trastorno mental. Datos sobre el impacto en la salud mental de la COVID-19 aparecieron de forma precoz primero en población adulta7 y después en pediátrica8. Estos estudios relataban un empeoramiento de la salud mental por la propia enfermedad, pero también por las medidas políticas y de salud pública tomadas para disminuir la transmisión y responder a una situación de pandemia9. Otros autores indicaron importantes aumentos de la prevalencia de depresión y ansiedad en niños10,11.
En España, la pandemia motivó el confinamiento domiciliario durante casi 3meses y el cierre de centros educativos durante 6meses12. Diferentes estudios nacionales mostraron mayor incidencia de estrés, ansiedad y depresión en los adolescentes13. Muchos progenitores y cuidadores (a partir de ahora referidos en el texto bajo el sustantivo de «padres») detectaron variaciones en el estado emocional y en la conducta de sus hijos14. En un estudio15 realizado en nuestra misma comunidad se detectó durante el confinamiento domiciliario una mayor incidencia de sintomatología emocional y conductual en los niños más pequeños. Algunos estudios indicaron que la repercusión fue todavía mayor en familias vulnerables16. Según algunos autores, el impacto en la salud mental podría mantenerse o incluso aumentar con el tiempo17, aunque son escasas las publicaciones con estudios de base poblacional y longitudinales18 que evalúen la salud mental en niños durante la pandemia de COVID-19.
El objetivo de este estudio, «Pediatría y Salud Mental» (PEDSAME), fue estudiar la salud mental infantil y los posibles factores asociados, de forma poblacional y prospectiva, a lo largo del primer curso académico durante la pandemia por COVID-19.
Material y métodosDiseño del estudioSe realizó un estudio observacional, longitudinal y prospectivo entre septiembre de 2020 y julio de 2021 (curso escolar 2020/2021). El estudio se llevó a cabo a través de la red de investigación de pediatras de atención primaria (XaRePAP) de la Secció d’Atenció Primària de la Societat Catalana de Pediatria. La red incluye pediatras y enfermeras pediátricas de atención primaria con representación de todo el territorio catalán, incluyendo zonas rurales y urbanas.
ParticipantesCada pediatra o enfermera participante (Anexo A) utilizó una lista de números aleatorios para extraer una muestra de 15niños de su cupo. Se incluyeron niños entre 5 y 14años residentes en Cataluña y pertenecientes a los cupos de los pediatras participantes. Fueron excluidos aquellos que no firmaron el consentimiento informado, los que no pudieron ser contactados telefónicamente y los que presentaron barrera idiomática.
Se hizo una estimación de la muestra necesaria en base a la población de esta franja de edad en Cataluña (833.000, fuente de datos IDESCAT)19. La prevalencia esperada de patología psicopatológica que se tomó como referencia fue del 7,5% de la población19. Los cálculos se realizaron para obtener una precisión del 3% y un nivel de confianza del 95%. Con ello se obtuvo que la muestra necesaria sería de 297 individuos (cálculos realizados con EPIDAT3.1).
Recogida de datosDe la muestra seleccionada se contactó telefónicamente con uno de los tutores legales y se le ofreció participar en el estudio. Se le envió a través del correo electrónico un enlace mediante la plataforma RedCap20, a través de la cual obtenía toda la información, firmaba el consentimiento informado y contestaba telemáticamente el cuestionario (Anexo B). Las familias sin acceso digital fueron invitadas a participar a través de entrevista presencial.
A lo largo del curso escolar se hicieron 4cortes: inicio de curso (septiembre-octubre de 2020), final del primer trimestre (diciembre de 2020-enero 2021), final del segundo trimestre (marzo-abril de 2021) y final de curso (junio-julio de 2021). En cada uno de los cortes los padres respondieron el Strengths and Difficulties Questionnaire (SDQ)21 con relación a su hijo en aquel momento. Además, también respondieron a diferentes preguntas sobre la afectación del grupo familiar y domiciliar por la COVID-19, sintomatología de la esfera psicológica que hubiera presentado el niño desde el anterior cuestionario, existencia de diagnósticos médico-psicológicos, así como aspectos relacionados con el ritmo de sueño, apetito, emociones, conducta, nivel de preocupación y uso de pantallas (Anexo B).
El cuestionario SDQ es un instrumento validado para evaluar el nivel de riesgo de psicopatología en menores21. Detecta en la franja entre 5 y 17años problemas emocionales y de comportamiento. Se recogen 25ítems agrupados en 5áreas: problemas emocionales, problemas conductuales, problemas con los compañeros, hiperactividad y conducta prosocial. Se ha utilizado la versión validada en español del SDQ22, disponible en el sitio <www.sdqinfo.com>. Para permitir la comparación con los resultados pre-pandemia19 se ha aplicado el mismo baremo que el Departamento de Salud de Cataluña: normal (0-13 puntos), caso posible (14-16 puntos) y caso probable (17-40 puntos).
Aspectos éticosEl proyecto fue desarrollado según los protocolos de buenas prácticas clínicas. El PEDSAME tuvo el aval del Comité de Ética del IDIAP Jordi Gol, número de registro 20/142-PVC.
Análisis estadísticoSe hizo un análisis descriptivo de la muestra obtenida. El análisis de las variables cuantitativas se realizó calculando la media y las comparaciones mediante «t»-test. Para las variables categóricas se calcularon porcentajes y las comparaciones se realizaron mediante chi cuadrado (χ2). Se consideró que había diferencias significativas cuando p<0,05.
Se calculó la puntuación total del SDQ para cada uno de los cortes temporales. Para cada corte se compararon las diferentes variables estudiadas entre los pacientes que eran «caso probable» en el SDQ en aquel momento con respecto al resto. Se realizó un análisis multivariable mediante regresión logística binaria para determinar qué factores se relacionaban con la presencia de un SDQ alterado, introduciendo en el modelo aquellas variables que mostraban diferencias significativas de manera mantenida en los sucesivos cortes del estudio.
Los cálculos se realizaron con SPSSv.25 (SPSS Inc., Chicago, IL, EE.UU.).
ResultadosDe los 529 niños seleccionados de forma aleatoria, se analizaron 369 en la primera fase (septiembre de 2020) y 321 al final del estudio (julio de 2021) (pérdida del 13%) (fig. 1).
Análisis descriptivo de la muestraEn la tabla 1 se muestran las características generales de la muestra; destaca que el 9,5% presentaron diagnóstico previo psicopatológico o trastorno del neurodesarrollo.
Características generales de la muestra analizada
Descripción de la muestra | n=369 | % | IC 95% |
---|---|---|---|
Aspectos demográficos | |||
Género femenino | 195 | 52,8% | 47,6-58,1 |
Responde la madre | 319 | 86,4% | 82,8-90,1 |
Padres autóctonos | 304 | 82,4% | 78,4-86,4 |
Hijos autóctonos | 353 | 95,7% | 93,5-97,9 |
Vive con los padres | 309 | 83,7% | 79,8-87,6 |
Vivienda habitual es un piso | 243 | 65,9% | 60,9-70,8 |
Tamaño vivienda >90m2 | 227 | 61,5% | 56,4-66,6 |
Aspectos de salud | |||
No enfermedad crónica | 352 | 95,4% | 93,1-97,7 |
Antecedentes alteración salud mental padres | 14 | 3,8% | 1,7-5,9 |
Diagnóstico previo psicopatológico o trastorno del neurodesarrollo | 35 | 9,5% | 6,4-12,6 |
La variable principal del estudio PEDSAME fue el resultado del SDQ. Al inicio del curso el 9,8% fueron casos probables de tener psicopatología (mientras que el 11,1% fueron casos posibles). A lo largo del curso el porcentaje de casos probables de psicopatología fue disminuyendo de forma progresiva, hasta alcanzar en junio el valor más bajo, de 6,2% casos probables (y 9,7% posibles) (fig. 2).
Si analizamos las subescalas del SDQ (fig. 3), los problemas de conducta y de hiperactividad mejoraron claramente a lo largo del curso. Dichos problemas afectan especialmente la franja de los 5 a los 8años, de forma significativa en el primer corte. Al final del segundo trimestre destacaron más, en adolescentes especialmente, los síntomas emocionales, y a final de curso los problemas con los compañeros.
Los niños con SDQ alterado en septiembre estaban más preocupados que los que tenían SDQ normal. A lo largo del curso esta correlación dejó de ser significativa, mientras que la percepción del buen ambiente en casa se relacionó con los niños que tenían SDQ normal durante todo el curso. Ninguna variable relacionada con la COVID-19 (confinamientos, enfermedad en el niño o sus familiares, ingresos o muertes) se asoció con resultado alterado del SDQ. En cambio, la presencia de un diagnóstico psicopatológico previo tuvo una fuerte asociación con SDQ alterado durante todo el periodo de estudio. También resultó significativa la variable «ha iniciado seguimiento por psicólogo» en los dos últimos cortes (tabla 2).
Comparación entre los niños con SDQ alterado y normal y el nivel de preocupación del niño y de los padres a lo largo del curso escolar, el ambiente en casa, el inicio de seguimiento por psicólogo y la presencia de diagnóstico psicológico previo
Variable | Categoría | Inicio de curso (n=369) | Trimestre 1 (n=352) | Trimestre 2 (n=330) | Trimestre 3 (n=321) | ||||||||
---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
SDQ normaln (%a) | SDQ anormaln (%a) | pb | SDQ normaln (%a) | SDQ anormaln (%a) | pb | SDQ normaln (%a) | SDQ anormaln (%a) | pb | SDQ normaln (%a) | SDQ anormaln (%a) | Pb | ||
Nivel de preocupación del niño por su propia salud | Nada/algo | 193 (58) | 11 (30,6) | 0,000 | 158 (49,2) | 10 (32,3) | 0,118 | 168 (54,5) | 7 (31,8) | 0,116 | 194 (64,5) | 10 (50,0) | 0,402 |
Media | 101 (30,3) | 11 (30,6) | 79 (24,6) | 8 (25,8) | 71 (23,1) | 8 (36,4) | 48 (15,9) | 5 (25,0) | |||||
Bastante/mucho | 39 (11,7) | 14 (38,9) | 84 (26,2) | 13 (41,9) | 69 (22,4) | 7 (31,8) | 59 (19,6) | 5 (25,0) | |||||
Nivel de preocupación del padre por la salud familiar | Nada/algo | 92 (27,6) | 5 (13,9) | 0,203 | 65 (20,3) | 5 (16,1) | 0,412 | 77 (25,0) | 4 (18,2) | 0,617 | 129 (42,9) | 7 (35,0) | 0,237 |
Media | 90 (27) | 12 (33,3) | 70 (21,9) | 10 (32,3) | 85 (27,6) | 8 (36,4) | 70 (23,3) | 8 (40,0) | |||||
Bastante/mucho | 151 (45,3) | 19 (52,8) | 186 (57,8) | 16 (51,6) | 146 (47,4) | 10 (45,5) | 102 (33,9) | 5 (25,0) | |||||
Ambiente en casa | Muy malo/malo | 86 (25,8) | 22 (61,1) | <0,001 | 7 (2,2) | 7 (22,6) | <0,001 | 6 (2) | 6 (27,3) | <0,001 | 4 (1,3) | 2 (10) | <0,001 |
Normal | − | − | 93 (29,9) | 16 (51,6) | 93 (30,2) | 10 (45,5) | 66 (22) | 10 (50) | |||||
Bueno/muy bueno | 247 (74,2) | 14 (38,9) | 221 (68,8) | 8 (25,8) | 209 (67,9) | 6 (27,3) | 231 (76,7) | 8 (40) | |||||
Ha iniciado psicólogo | No | 316 | 30 | 0,060 | 306 (95,3) | 27 (87,1) | 0,075 | 293 (94,9) | 13 (61,9) | <0,001 | 286 (95) | 15 (75) | 0,005 |
Sí | 17 | 6 | 15 (4,7) | 4 (12,9) | 16 (5,1) | 8 (31,8) | 15 (5) | 5 (25) | |||||
Diagnóstico psicológico previo | No | 309 (92,8) | 25 (69,4) | 0,000 | 295 (91,8) | 23 (74,2) | 0,005 | 282 (91,5) | 17 (77,3) | 0,045 | 279 (92,6) | 15 (75) | 0,019 |
Sí | 24 (7,2) | 11 (30,6) | 26 (8,2) | 8 (25,8) | 26 (8,5) | 5 (22,7) | 22 (7,4) | 5 (25) |
Se realizó un análisis mediante regresión logística, introduciendo en el modelo las dos variables que presentaron diferencias significativas en los 4cortes entre los niños con SDQ normal y alterado: «percepción del ambiente en casa» y «diagnóstico psicológico previo». En la tabla 3 se muestran las odds ratio. El buen ambiente en el hogar se asoció a resultado normal del SDQ a lo largo de todo el curso escolar, mientras que la presencia de diagnóstico psicológico previo se asoció a resultado anormal del SDQ.
Análisis multivariable de las variables con diferencias significativas
Variable | Categoría | Inicio de curso | Trimestre 1 | Trimestre 2 | Trimestre 3 |
---|---|---|---|---|---|
Percepción del ambiente en casa | Muy malo o malo | Referencia | Referencia | Referencia | Referencia |
Normal | − | 0,12 (0,04-0,43) | 0,07 (0,02-0,28) | 0,24 (0,04-1,53) | |
Bueno o muy bueno | 0,46 (0,32-0,67) | 0,03 (0,01-0,10) | 0,02 (0,01-0,08) | 0,05 (0,01-0,35) | |
Diagnóstico psicológico previo | Sí/No | 5,91 (2,47-14,16) | 4,32 (1,62-11,54) | 4,77 (1,50-15,23) | 5,17 (1,61-16,66) |
En la tabla 4 se muestra la evolución a lo largo del estudio de la preocupación del niño por su salud, de la preocupación de los padres por la salud familiar, la percepción del ambiente en casa, la afectación por COVID-19 en las familias y las posibles repercusiones en la salud mental. Los niños tendieron a estar menos preocupados que sus padres (fig. 4). El nivel de preocupación de la familia y del niño por su salud fueron mayores en el primer y el segundo trimestres y mejoró a final del tercero. El porcentaje de familias que consideró el ambiente en casa muy malo disminuyó de manera significativa durante el curso, y al final del año escolar ninguna notificó mal ambiente.
Preocupación por la salud del niño y de sus padres, ambiente en casa, afectación por COVID-19 en las familias y posibles repercusiones en la salud mental
Variable | Categoría | Inicio de curso n=369 (%) | Trimestre 1 n=352 (%) | Trimestre 2 n=330 (%) | Trimestre 3 n=321 (%) |
---|---|---|---|---|---|
Nivel de preocupación del niño por su propia salud | Nada | 69 (18,7) | 43 (12,2) | 61 (18,5) | 85 (26,4) |
Leve | 135 (55,3) | 125 (35,5) | 114 (34,5) | 118 (37,0) | |
Medio | 112 (30,4) | 87 (24,7) | 79 (23,9) | 53 (16,5) | |
Elevado | 40 (10,8) | 79(22,4) | 66 (17,9) | 54 (16,8) | |
Muy elevado | 13 (3,5) | 18 (5,1) | 10 (2,7) | 11 (3,4) | |
Nivel de preocupación del padre por la salud familiar | Nada | 15 (4,1) | 7 (2,0) | 18 (5,5) | 31 (9,6) |
Leve | 82 (22,2) | 63 (17,9) | 63 (19,1) | 104 (28,5) | |
Medio | 102 (27,6) | 80 (22,8) | 93 (28,2) | 78 (24,2) | |
Elevado | 134 (36,3) | 133 (37,9) | 117 (35,5) | 73 (22,7) | |
Muy elevado | 36 (9,8) | 68 (19,4) | 39 (10,6) | 35 (10,9) | |
Percepción del ambiente en casa | Muy malo | 105 (28,6) | 2 (0,6) | 2 (0,6) | 0 (0,0) |
Malo | 3 (0,8) | 12 (3,4) | 10 (3,1) | 7 (2,2) | |
Normal | 0 (0,0) | 109 (31,0) | 103 (31,2) | 76 (23,7) | |
Bueno | 160 (43,3) | 151 (42,9) | 135 (41,0) | 149 (46,4) | |
Muy bueno | 101 (27,2) | 78 (22.2) | 80 (24,2) | 89 (27,7) | |
¿Se ha tenido que confinar? | No | 339 (91,9) | 224 (63,6) | 216 (65,3) | 233 (72,6) |
1 vez | 26 (7) | 108 (30,7) | 86 (26,1) | 74 (23,1) | |
2 veces | 3 (0,8) | 14 (4,0) | 24 (7,3) | 13 (4,0) | |
> 2 veces | 1 (0,3) | 6 (1,7) | 4 (1,1) | 1 (0,3) | |
¿Ha pasado el niño la COVID? | No | 362 (98,1) | 335 (95,2) | 317 (96,1) | 310 (96,6) |
Sí, asintomático | 5 (1,4) | 11 (3,1) | 9 (2,7) | 7 (2,2) | |
Sí, sintomático | 2 (0,5) | 6 (1,7) | 4 (1,2) | 4 (1,3) | |
¿Ha habido casos de COVID en familiares? | Sí | 61 (16,5) | 74 (21,0) | 64 (19,4) | 43 (13,4) |
¿Algún familiar ingresado? | Sí | 22 (6,0) | 20 (5,6) | 14 (4,2) | 8 (2,5) |
¿Algún familiar fallecido? | Sí | 9 (2,4) | 5 (1,4) | 4 (1,2) | 3 (0,9) |
¿Ha iniciado psicólogo? | Sí | 23 (6,2) | 19 (5,4) | 24 (7,3) | 21 (6,5) |
Los resultados obtenidos al inicio del curso escolar, tras 6meses de cierre de las escuelas en Cataluña, mostraron que el 9,8% de los pacientes eran casos probables de psicopatología23, un claro aumento respecto al 7,5% pre-pandemia19. La percepción del nivel de preocupación de los niños por su salud y la de su familia se asoció a presentar psicopatología, especialmente al inicio del curso, mientras que la percepción de un buen ambiente familiar se relacionó con un menor riesgo. Ninguna variable relacionada con la COVID-19 se asoció con resultado alterado del SDQ. El número de niños con riesgo de psicopatología fue disminuyendo de forma progresiva en los 4cortes, y a final de curso se registró el 6,2%.
No se ha encontrado hasta la fecha ningún estudio publicado que haya seguido a una cohorte a lo largo de todo el primer curso escolar en esta pandemia. La mayoría de los estudios en población pediátrica son transversales, con la limitación que ello implica, y solo unos pocos presentan datos longitudinales. De estos, la mayoría comparan la pre-pandemia con un único corte en la pandemia9,24. El estudio COPSY sí publicó un seguimiento de dos cortes más extendido en el tiempo. El empeoramiento más claro lo detectaron entre la pre-pandemia y el primer corte (mayo-junio de 2020), aunque en su segundo corte (diciembre de 2020-enero de 2021), coincidiendo con un confinamiento importante, su población infanto-juvenil siguió empeorando en salud mental25. Los adolescentes y los jóvenes adultos americanos, en cambio, recuperaron los niveles pre-pandemia antes, en verano de 202026. Esto difiere de los resultados del PEDSAME, que en otoño-invierno de 2020 mostraron niveles todavía elevados de trastornos mentales (9,8%-8,8%), y no recuperaron niveles previos a la pandemia hasta más tarde, en marzo y sobre todo en junio de 2021 (6,2%). La recuperación de salud mental a niveles pre-pandemia en niños y adolescentes podría demorarse más que en los adultos27, tal vez a causa de mayores restricciones en su vida escolar y social.
La mayoría de los estudios han señalado a los adolescentes como un grupo de población especialmente vulnerable a las alteraciones psicopatológicas durante la pandemia por COVID-1924,28. También el presente estudio muestra mayor sintomatología emocional en este segmento de la población, en comparación con niños prepuberales. Sin embargo, destaca que la franja de edad más afectada fue la de los 5 a los 8años, de forma significativa en el primer corte, en la línea de otros estudios que también utilizaron el SDQ o cuestionarios equivalentes29,30. Esto podría deberse a que numerosos trabajos se centran en problemas internalizantes como depresión y ansiedad18,31, y se ha dedicado poca atención a problemas de tipo externalizante32 (trastornos de conducta o trastorno por déficit de atención-hiperactividad), que, como se ha observado en este estudio, tienen mayor incidencia en edades menores. El SDQ se ha mostrado como un instrumento útil para medir el riesgo de psicopatología en niños. Permite evaluar por un lado la patología internalizante y por otro la externalizante, predominante en los niños de menor edad y no siempre detectada.
Las restricciones en las diferentes olas, pese a ser en general menos estrictas que en el primer confinamiento domiciliario, podrían explicar la mayor afectación en niños pequeños, más necesitados de movilidad y de espacios de interacción social, que los adolescentes pueden suplir en parte a través de pantallas. También su dificultad para entender los motivos del confinamiento y otros cambios en su vida debidos a la pandemia podrían aumentar la ansiedad y el malestar relacionados con la COVID-1929,33.
Respecto a variables que influyen en su salud mental, el nivel de preocupación por la salud, tanto de los niños como de sus padres, reconocido como un factor determinante34 fue disminuyendo a lo largo del curso escolar. De hecho, únicamente se correlaciona con mayor probabilidad de psicopatología la preocupación de los niños al inicio de curso. En cambio, la percepción de un buen ambiente en casa se relacionó con buena salud mental a lo largo de todo el estudio. Numerosas publicaciones asocian el nivel de ansiedad10 o de neuroticismo de los padres35 con SDQ alterado en los niños36. Varios autores25,37 hallaron que un ambiente familiar positivo (un adecuado soporte social y una buena comunicación intrafamiliar) se asocian a una mejor salud mental de niños, y especialmente de adolescentes, durante la pandemia38. Por otro lado, ninguna variable directamente relacionada con la COVID-19 influyó de manera significativa. A diferencia de Matalí-Costa y Camprodon-Rosanas29, no hemos hallado que la muerte de un familiar se relacione con un peor resultado en el SDQ. En el estudio inglés CLoCk tampoco hallaron diferencias significativas en SDQ alterado entre los que tienen un test positivo a SARS-CoV-2 y los que no39. La variable que más se relacionó con un resultado alterado del SDQ fue el antecedente de diagnóstico psicopatológico o de trastorno del neurodesarrollo, en la línea de la bibliografía32,40 y tal como era esperable.
Los datos analizados en el estudio PEDSAME a lo largo del curso escolar 2020-2021 muestran que, a pesar de estar viviendo en pandemia, el porcentaje de niños que pueden ser casos probables de presentar psicopatología disminuye a lo largo del curso. Cada uno de los cortes coincidió casualmente con las diferentes olas de la pandemia en España, y a pesar de ello el porcentaje de niños con SDQ patológico disminuyó. Es posible que la relajación de las medidas de restricción del contacto social (escuelas abiertas y cierto nivel de relaciones sociales) tenga relación con esta mejora. Varios autores han puesto de manifiesto el efecto negativo del cierre de escuelas en la salud mental de los niños4,24,25,40. A pesar de que PEDSAME no fue diseñado para evaluar el papel de la escuela en la salud mental infantil, la disminución progresiva de psicopatología durante el curso escolar apunta en la misma línea y podría apoyar que ante futuros escenarios similares se extremase la cautela a la hora de cerrar escuelas.
La limitación más importante del estudio es no disponer de cuestionarios contestados por los propios niños a partir de una cierta edad. La patología internalizante se detecta mejor a partir del propio interesado; aun así, hemos podido detectar un aumento de trastornos emocionales en la franja de 12-14años. En el 86,2% de los casos la encuesta fue contestada por la madre, lo que podría aportar un sesgo de género. Esto no difiere del resto de estudios29,34,39. El riesgo de sesgo digital fue controlado ofreciendo entrevista personal o telemática. Debemos destacar que el sistema sanitario catalán es universal y gratuito para todos los niños, por lo que se limita la posibilidad de un sesgo de selección por motivos socioeconómico-cultural. El principal punto fuerte del PEDSAME es que se trata de un estudio aleatorio representativo de la población, y no de una muestra de conveniencia captada por redes sociales u otros medios. En segundo lugar, es uno de los pocos estudios longitudinales sobre la pandemia y la salud mental en niños y adolescentes, y el único en el momento de redactar el presente artículo que haya seguido la muestra durante todo el curso escolar 2020-2021, con 4cortes, que permiten una buena valoración de la evolución de la cohorte. El escaso porcentaje de pérdidas (13%) le da robustez.
Sería conveniente disponer de más estudios poblacionales longitudinales que permitieran entender mejor las repercusiones de las pandemias sobre la salud mental de niños y jóvenes. Así se podrían definir las medidas más adecuadas para afrontarlas.
ConclusionesLa salud mental infanto-juvenil en Cataluña, evaluada mediante el SDQ en una muestra infanto-juvenil, empeoró tras 6meses de pandemia sin escuela presencial en relación con las cifras poblacionales previas. En el seguimiento de esta cohorte se ha observado una disminución en la proporción de niños con un SDQ alterado a lo largo del curso escolar 2020-2021. El nivel de preocupación de los niños por su salud y por la de su familia se asoció a presentar psicopatología, especialmente al inicio del curso. La percepción de un buen ambiente familiar se relacionó con la presencia de menor psicopatología. Ninguna variable relacionada con la COVID-19 se asoció con resultado alterado del SDQ.
Conflicto de interesesLos autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.
Los autores agradecen a todos los pediatras y enfermeras de pediatría de la XaRePAP que participaron en el estudio su tiempo, su dedicación y su paciencia. Asimismo, desean agradecer a todos los niños, niñas y adolescentes que participaron en el estudio, así como a sus madres y padres, su dedicación y su perseverancia contestando cuestionarios.
Los resultados de este estudio han sido presentados como comunicación en el 18.o Congreso de Actualización en Pediatría de la AEPap (Madrid, marzo de 2022), la XXVI Reunió de la Societat Catalana de Pediatria (Lleida, junio de 2022) y en EAPS (9th Congress of the European Academy of Paediatric Societies) (Barcelona, octubre de 2022).