Hemos leído la carta1 referida a nuestro artículo2Escolares con enfermedades crónicas, ¿qué les preocupa a sus profesores?: ¡No nos olvidemos del asma! Coincidimos en parte con los autores y nos gustaría hacer los siguientes comentarios:
El ejercicio físico, esencial para el desarrollo del niño, puede desencadenar una exacerbación asmática. Gran parte de la actividad deportiva se realiza en las escuelas. Los niños asmáticos con conocimiento sobre su enfermedad, buena técnica inhalatoria, autocuidado y cumplimiento terapéutico sufren menos exacerbaciones y tienen una mejor calidad de vida. Estos hechos deberían transmitirse de forma clara a los profesores, particularmente a los de educación física. Sin embargo, una revisión sistemática americana mostró que los profesores desconocían el manejo y tratamiento de una crisis asmática3.
Por otro lado, la prevalencia de asma y la posibilidad de que un niño presente una reagudización/exacerbación grave en la escuela que requiera tratamiento inmediato, ha motivado el establecimiento de guías de actuación en determinadas regiones. Así, en la Comunidad Autónoma de Galicia el asma también forma parte del programa Alerta Escolar4.
Se debe advertir que la negación de la enfermedad por algunos pacientes, por desconocimiento o miedo a la estigmatización, está presente (especialmente en adolescentes)5. El problema se agravará si estas actitudes son incentivadas por los propios profesores cuando, por ejemplo, limitan la actividad física de los alumnos asmáticos por miedo a no saber actuar ante una crisis o, al contrario, los obligan a realizar sobreesfuerzos mientras están sufriendo una exacerbación. Para tratar de prevenir estas situaciones algunas comunidades apoyan la figura de la «enfermera escolar», basándose en estudios que muestran que dichas profesionales contribuyen a mejorar la calidad de vida de los escolares y a disminuir el absentismo escolar, pudiendo constituir una medida coste efectiva, especialmente en el asma.
Consideramos que las crisis anafilácticas, epilépticas, hipoglucémicas o asmáticas requieren medidas preventivas y terapéuticas precoces que deben ser conocidas y aplicadas, tanto por los niños y sus familiares, como por sus profesores y enfermeras escolares de cara a evitar su morbilidad y contribuir a la integración escolar y social de los niños afectos. Para ello los profesionales de la salud y las autoridades educativas y sanitarias debemos continuar apoyando intervenciones dirigidas a educar en salud y autocuidado a los niños, padres y profesores, con mensajes y actividades prácticas que, ante un evento agudo, los capaciten para ser el primer eslabón asistencial.