La obesidad infantil como un problema de salud pública sigue siendo una preocupación a nivel mundial. Se trata de un factor de riesgo de primer orden para el desarrollo de determinadas complicaciones en la infancia, así como de un predictor del sobrepeso y sus patologías asociadas en la edad adulta1. La obesidad presenta en su etiopatogenia estrechas relaciones con multitud de factores sociales y ambientales, como los hábitos dietéticos imperantes, la presión de la industria alimentaria, la influencia sobre el sedentarismo del amplio uso de los dispositivos electrónicos incluso a edades tempranas o el mayor riesgo que corren las familias económica y culturalmente desfavorecidas. Asimismo, sus consecuencias no solo son de tipo orgánico, sino también social y emocional2. Baja autoestima, depresión o un mayor riesgo de acoso escolar pueden estar presentes con cierta frecuencia. En este sentido la obesidad es una enfermedad que influye en múltiples aspectos de la vida del niño, y una enfermedad en la que influyen a su vez múltiples condicionantes sociales y ambientales.
Teniendo en cuenta esta realidad, es fácil entender la importancia del papel de la atención primaria a la hora de abordar este problema desde el ámbito sanitario. Precisamente debido a la complejidad del problema, el sanitario no es el único eje en el que se debe actuar, pero es el pediatra de atención primaria dentro del sistema nacional de salud quien tiene una posición ideal a la hora de liderar las acciones tanto preventivas como terapéuticas. La cercanía y el conocimiento del entorno familiar y del ámbito comunitario propio de la atención primaria se antojan esenciales a la hora de abordar un problema de estas características.
En este número de ANALES DE PEDIATRÍA se publican dos trabajos relacionados con el manejo del sobrepeso y la obesidad infantil. Argelich et al.3 describen los resultados de un cuestionario realizado a pediatras y enfermeras de pediatría de la isla de Mallorca, en su gran mayoría personal de atención primaria. Se refleja la percepción que muchos profesionales tienen acerca de lo difícil que es tratar a estos pacientes y la frustración experimentada habitualmente ante los insuficientes resultados obtenidos. Las dificultades son diversas. Desde la falta de reconocimiento del problema por parte de las familias o su insuficiente motivación, a los factores dependientes del propio sistema sanitario. Al contrario de lo que se ha reflejado en otros países, o incluso en España en estudios previos, en este caso la gran mayoría de los pediatras refieren sentirse con confianza para abordar el problema. Los autores consideran que tanto la buena formación de base de los pediatras españoles como la progresiva concreción de las recomendaciones terapéuticas a aplicar pueden ayudar a ello. No obstante, es necesario señalar que estos mismos profesionales encuestados sí reconocen un déficit formativo en aspectos motivacionales. Se trata de una carencia relevante dada la importancia clave de un adecuado abordaje motivacional a la hora de manejar esta patología. De hecho, cada vez es más habitual encontrar dentro de la oferta de formación continuada actividades dirigidas a aumentar la capacitación de los pediatras en este sentido.
Los profesionales encuestados también reconocen que el sistema sanitario puede estar siendo una barrera en sí mismo. La posición privilegiada de la atención primaria a la hora de abordar la obesidad y el sobrepeso como problemas de salud se ve continuamente limitada por toda una serie de factores que impiden a los profesionales desarrollar toda su capacitación. La falta de tiempo, las consultas sobrecargadas por demandas banales, la insuficiente comunicación entre distintos ámbitos asistenciales o la falta de alianzas con la comunidad y con otros agentes de salud son claros ejemplos. Es necesario actuar decididamente sobre todos estos factores, más aun teniendo en cuenta que con los medios adecuados sí que es posible conseguir mejores resultados. Alustiza et al.4, en este número de ANALES DE PEDIATRÍA, exponen los resultados de un programa de promoción de la salud en atención primaria dirigido a adolescentes con factores de riesgo asociados al desarrollo de diabetes mellitus tipo 2. El grupo control siguió el manejo habitual en las consultas de pediatría y enfermería de atención primaria, con las limitaciones que las caracterizan a día de hoy. En el otro grupo, la intervención se realizó con el apoyo de nutricionistas, abordando toda la complejidad inherente al problema y en un total de 11 sesiones. Mediante este programa intensivo y dirigido a toda la familia, no solo se consiguió mejorar determinados hábitos en el estilo de vida, sino también como consecuencia frenar el ascenso del índice de masa corporal, manteniéndose el beneficio a los 2años de seguimiento. Intervenciones de este tipo demuestran que el fracaso que muchos pediatras podemos experimentar en el manejo y tratamiento de estos pacientes no es algo inevitable ni forzosamente inherente a la propia enfermedad, sino que con las condiciones adecuadas se pueden conseguir resultados y se pueden aprovechar las condiciones que la atención primaria ofrece para ello. Los autores reflejan también que con las limitaciones que existen en la mayoría de centros de salud a día de hoy, sin la disponibilidad de tiempo necesaria y sin apoyo de otros agentes de salud, el abordaje del sobrepeso fracasa tempranamente. Los profesionales son conscientes de ello, lo cual puede convertirse en una causa añadida de desmotivación.
Tratándose la obesidad de un problema tan relevante de salud, con múltiples consecuencias a medio-largo plazo en cuanto a comorbilidad y riesgo de complicaciones, tanto en la infancia como en la vida adulta5, el fracaso a la hora de abordar precozmente la prevención y el tratamiento tiene un impacto difícil de calcular. También en términos de gasto sanitario a medio-largo plazo. Es por ello que las autoridades sanitarias deben tomar las medidas necesarias para que la atención primaria cuente con los recursos necesarios, humanos y materiales, para poder desarrollar su esencial labor. A la hora de abordar la obesidad y otros muchos problemas de salud que pueden ser prevenidos y tratados precozmente. La preocupante situación del primer nivel asistencial, agravada recientemente por la pandemia de la COVID-19, requiere actuaciones urgentes y decididas. Pocas inversiones pueden considerarse más rentables.