Se define eclampsia como la presentación de convulsiones generalizadas en una gestante con hipertensión, no pudiendo ser explicadas por otra causa1. Es una situación de extrema gravedad que puede conducir a la muerte a madre y feto si no se actúa rápidamente, causando unas 50.000 muertes maternas al año en el mundo2. Entre los factores de riesgo destacan los primeros embarazos de gestantes en edades extremas de la vida fértil. Se presenta el caso de una niña colombiana de 12 años que presentó un episodio de eclampsia en el transcurso de su primer embarazo, no controlado y desconocido por sus padres.
Es trasladada al servicio de urgencias una niña de 12 años tras haber presentado una crisis convulsiva tónico-clónica en domicilio que cede de manera espontánea. Una vez en el hospital presenta nuevo episodio que cede tras administración de diazepam y fenitoína. En la exploración física destacan signos sugestivos de embarazo, tales como aumento de pigmentación en línea alba y areolas mamarias. La paciente no presenta edemas pero se objetiva hipertensión arterial con cifras de hasta 180mmHg de presión arterial sistólica y 120mmHg de diastólica. Ante la sospecha de que la paciente presentara una eclampsia, tras consulta con servicio de ginecología, se inicia tratamiento con sulfato de magnesio y labetalol, y se decide la realización de una cesárea urgente a las 35 semanas de edad gestacional. Nace una niña con peso de 2.900g y la madre es trasladada a la unidad de cuidados intensivos pediátricos donde persisten cifras de hipertensión arterial (172/115mmHg), por lo que se mantiene perfusión de labetalol durante 24h permitiendo posteriormente cambio a vía oral. Como tratamiento anticomicial se mantiene perfusión de sulfato de magnesio durante 24h no volviendo a presentar nuevos episodios convulsivos. El sedimento de orina muestra una proteinuria en rango nefrótico de 19g/l. Al alta, a los 5 días de ingreso, la paciente presenta una exploración neurológica normal y corrección tanto de las cifras de presión arterial como de proteinuria.
La eclampsia es una patología que se presenta exclusivamente en el embarazo y, por tanto, una entidad prácticamente ajena a la edad pediátrica. Hasta hace poco tiempo la patología obstétrica era desconocida para los pediatras, acostumbrados en los partos a atender al recién nacido, pero la precocidad en las relaciones sexuales ha determinado un aumento en el número de embarazos en la adolescencia y ha obligado a los pediatras a valorar el embarazo en pacientes adolescentes.
La preeclampsia ocurre tras la semana 20 de gestación y más frecuentemente cerca del final del embarazo de mujeres nulíparas. Hipertensión, proteinuria y edemas generalizados caracterizan este cuadro, que puede progresar rápidamente a la fase convulsiva conocida como eclampsia hasta en un 1% de las pacientes3. Entre los factores que predisponen a presentar preeclampsia-eclampsia se encuentran la nuliparidad, diabetes mellitus, gestaciones múltiples, edades extremas de la vida fértil, mola hidatiforme, hidropesía fetal y predisposición genética4.
La primera acción a realizar en una mujer embarazada que presenta una convulsión es la misma que en cualquier otro paciente: un adecuado soporte vital que asegure la vía aérea, la ventilación y la circulación5. Por su parte, los pilares fundamentales del manejo de la eclampsia incluyen: control de la presión arterial en un rango seguro, prevención y/o tratamiento de las convulsiones y sus recurrencias y la finalización del embarazo en las mejores condiciones posibles tanto para el niño como para la madre2,6. En el tratamiento hipertensivo debe utilizarse un fármaco potente, seguro, de rápida acción, controlable y sin efectos secundarios maternos ni fetales. Los principales fármacos utilizados en los estados hipertensivos del embarazo son el labetalol, la hidralazina, el nifedipino y el nitroprusiato. Con nivel de evidencia I se recomienda el uso de sulfato de magnesio como fármaco de primera línea, tanto para el tratamiento como para la prevención de las convulsiones, pudiendo asociar diazepam y fenitoína en ausencia de respuesta2,6. La paciente debe permanecer en una unidad de cuidados intensivos para continuar el tratamiento antihipertensivo hasta la normalización de las cifras de presión arterial. El tratamiento anticonvulsivante debe mantenerse hasta que la paciente no presente convulsiones durante un periodo de 24h7.
Este caso pretende poner de manifiesto la necesidad de que los pediatras consideren la eclampsia dentro del diagnóstico diferencial de las convulsiones en la adolescencia (conocido o no el embarazo, e incluso tras el parto), ya que es necesaria una rápida y enérgica actuación para eliminar una situación amenazante para la vida tanto del feto como de la madre.