Presentación
Cuando se aprobó por la Sociedad Española de Inmunología Clínica y Alergia Pediátrica y por la Sociedad Española de Neumología Pediátrica la organización de una reunión conjunta en mayo de 2004, fue iniciativa de ambas directivas crear una comisión mixta que redactara un documento en el que se recogiera lo esencial en el tratamiento del asma en el niño en una visión unificadora de criterios, hasta ahora, aparentemente diversos.
La primera reunión de esta comisión tuvo lugar en junio de 2003 y en ella se sentaron las bases para este documento. Se acordó dedicar una especial atención a las épocas de la vida en la que el asma es más complicada, tanto en su diagnóstico como en su tratamiento. Por primera vez en una guía de este tipo se ha incluido la predicción del fenotipo de asma como una variable que se debe tener en cuenta en algunas decisiones terapéuticas.
No se ha pretendido que este documento sea una guía exhaustiva, y por tanto aspectos tan fundamentales como la educación y los autocuidados no se han tratado debido a que son temas en los que el consenso es universal.
Lo más importante del documento es la conjunción de dos visiones hasta ahora aparentemente distintas sobre el asma en el niño. Cada una de las frases de este documento ha sido revisada cuidadosamente y es asumida corporativamente tanto por una Sociedad como por la otra. El objetivo fundamental es, por tanto, ofrecer un criterio claro y uniforme sobre el tratamiento del asma en Pediatría.
Ambas Sociedades hacen votos para que esta colaboración no acabe aquí, sino que continúe regularmente con otras iniciativas, incluyendo la futura actualización de este documento.
Introducción
Epidemiología
La epidemiología del asma en España se conoce bien en los niños de más de 6 años, pero no hay estudios por debajo de esa edad. A diferencia de los países sajones, la prevalencia del asma en España es relativamente baja: aproximadamente el 9 % de los niños de 13-14 años reconocen haber tenido síntomas durante el año anterior; y el 10 % de padres de niños de 6-7 años informan que sus hijos han padecido sibilancias en el mismo período. Esta prevalencia ha permanecido constante en los niños mayores entre 1994 y 2002, mientras que ha aumentado ostensiblemente (del 7 al 10 %) en los niños de 6-7 años. Las sibilancias graves son mucho menos frecuentes en ambas edades (en torno al 2 %) y también han aumentado en el grupo de 6-7 años, mientras se mantienen en el grupo de 13-14 años 1. En estas edades, parece existir una mayor prevalencia y gravedad del asma en las zonas costeras en relación a la meseta 2,3.
Definición
Para el propósito de este documento, referido al niño (con especial atención a las edades tempranas de la vida) donde la fisiopatología del asma es en buena parte desconocida, la definición más adecuada es la de los consensos pediátricos 4,5, como sigue: "sibilancias recurrentes y/o tos persistentes en una situación en la que el asma es probable y se han descartado otras enfermedades menos frecuentes". A partir de los 3 años el asma se hace progresivamente más definitiva y a partir de los 6-7 años, cuando ya pueden aplicarse las definiciones fisiopatológicamente más estrictas de los consensos generales (GINA 6, NHLBI 7, GEMA 8, etc.).
Fenotipos de asma
Aunque la fisiopatología del asma está lejos de ser comprendida, sí parecen existir diferentes fenotipos clínicos de esta enfermedad que han sido bien caracterizados en diversas cohortes en varios países 9-19 y de las que existen numerosas publicaciones. Aún con cierta cautela, creemos posible aplicar estos fenotipos a la población española. Este documento pretende establecer la mejor pauta de tratamiento para cada fenotipo de acuerdo con las evidencias científicas disponibles. La exacta definición de estos fenotipos es, por consiguiente, básica.
Asma transitoria
1. Se inicia antes de los 3 años y tiende a desaparecer entre los 6 y 8 años. Supone entre el 40 y el 50 % de todos los casos de asma.
2. No es atópica (inmunoglobulina E [IgE] total normal y/o pruebas cutáneas y/o Phadiatop negativo, junto con la ausencia de estigmas dermatitis atópica, por ejemplo o de antecedentes familiares alérgicos).
3. Función pulmonar disminuida desde el nacimiento y normal a los 11 años.
Asma persistente precoz
1. Se inicia antes de los 3 años y persiste más allá de los 6-8 años. Supone del 28 al 30 % de todos los casos de asma.
2. Función pulmonar normal al año y disminuida a los 6 años.
Se pueden diferenciar dos subfenotipos.
Atópico
1. IgE total elevada y/o pruebas cutáneas positivas, generalmente con estigmas y antecedentes familiares alérgicos.
2. Hiperrespuesta bronquial positiva.
3. Suele persistir a los 13 años.
4. La primera crisis suele aparecer después del año.
5. Predominio en varones.
No atópico
1. IgE total normal y pruebas cutáneas negativas, sin estigmas ni antecedentes familiares alérgicos.
2. Aumento de la hiperrespuesta bronquial que se va reduciendo a lo largo de los años.
3. Suele desaparecer a los 13 años.
4. La primera crisis suele ser antes del año y relacionada con una bronquiolitis por virus sincitial respiratorio.
5. Afecta por igual a ambos sexos.
Asma tardía
1. Se inicia entre los 3 y 6 años. Supone entre el 20 % y el 30 % de todos los casos de asma.
2. Función pulmonar normal a los 6 años que se deteriora posteriormente.
3. Frecuentemente atópica (antecedentes en la madre, rinitis durante los primeros años y pruebas cutáneas positivas a los 6 años).
4. Predominio en varones.
5. Es el asma persistente atópica, pero de comienzo tardío.
Predicción del fenotipo asmático
Desde el punto de vista práctico, es importante intentar clasificar el fenotipo de un determinado niño en las primeras crisis. Un niño que presenta sibilancias precoces y posee un factor de riesgo mayor o dos menores de los indicados más adelante tendrá una probabilidad alta de padecer un asma persistente atópica. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que estos criterios ofrecen una sensibilidad baja (39,3 %; es decir, incluyen bastantes falsos negativos) pero una especificidad bastante alta (82,1 %; es decir, excluyen casi todos los falsos positivos) 20.
Factores de riesgo mayores
1. Diagnóstico médico de asma en los padres.
2. Diagnóstico médico de dermatitis atópica.
Factores de riesgo menores
1. Diagnóstico médico de rinitis.
2. Sibilancias no relacionadas con resfriados.
3. Eosinofilia igual o superior a 4 %.
El desarrollo de IgE específica frente al huevo durante el primer año de vida es un índice predictivo de riesgo de enfermedad atópica, siendo el principal y más precoz marcador serológico de una posterior sensibilización a alérgenos inhalantes y del desarrollo de patología alérgica respiratoria 21,22. Además, cuando la alergia al huevo se asocia a dermatitis atópica la probabilidad de presentar a los 4 años patología alérgica respiratoria se eleva al 80 % 23.
Diagnóstico del asma en el niño
Valoración clínica
La historia clínica debe ir encaminada a esclarecer los aspectos más importantes relacionados con el asma, en especial en lo referente al diagnóstico diferencial. Deben constatarse los síntomas y signos y las características de las crisis, valorar los períodos intercrisis e identificar los factores precipitantes y agravantes (v. en la fig. 1 el algoritmo diagnóstico).
Figura 1. Algoritmo para el diagnóstico de asma (modificada de la ref. 51).
Valoración funcional
La exploración funcional respiratoria sirve para confirmar el diagnóstico de asma, cuantificar la gravedad de la enfermedad, monitorizar la evolución y objetivar la respuesta al tratamiento. En niños colaboradores debe realizarse por espirometría forzada que por su sencillez y coste es la prueba principal para objetivar la obstrucción bronquial. En niños no colaboradores se utilizan otras pruebas, como la pletismografía corporal, la oscilometría por impulsos, las resistencias por oclusión o la compresión toracoabdominal.
Se debe estudiar la reversibilidad de dicha obstrucción bronquial y/o el grado de hiperrespuesta de los bronquios. Para ello se utilizan las pruebas broncodinámicas, como la prueba de broncodilatación y las de hiperrespuesta bronquial inespecífica (metacolina, ejercicio, etc.).
Prueba broncodilatadora
Consiste en realizar una espirometría forzada basal y repetirla a los 15 min de haber administrado un agonista β2-adrenérgico inhalado de corta duración (salbutamol 400 μg = 4 pulsaciones, o equivalente de terbutalina). Debe constituir una exploración habitual en todo niño con sospecha de asma, incluso cuando el volumen espiratorio forzado en el primer segundo (FEV1) sea normal. No se recomienda la utilización de medidores portátiles del flujo espiratorio máximo (PEF) para el diagnóstico funcional de asma.
Hay distintos métodos o índices para expresar la respuesta broncodilatadora y, de ellos, el más utilizado es el cambio porcentual respecto al valor inicial en el FEV1; es decir: Δ % = [(FEV1 post FEV1 pre)/FEV1 pre] x 100. Se considera positivo un incremento del FEV1 del 12 % sobre el basal o el 9 % sobre el teórico 8 (evidencia C). Una función pulmonar normal con prueba broncodilatadora negativa no excluye el diagnóstico de asma.
Hiperrespuesta bronquial
Las pruebas de provocación bronquial demuestran la presencia o ausencia de hiperrespuesta bronquial inespecífica y/o específica (por alérgenos). Habitualmente no son necesarias para el diagnóstico y seguimiento del niño asmático, pero pueden ser muy útiles para el diagnóstico diferencial.
Valoración alergológica
El objetivo de esta valoración es determinar si existe un alérgeno o alérgenos relevantes implicados en la patología del niño con asma. De este modo se podrían adoptar las adecuadas medidas de prevención.
La técnica fundamental en esta valoración son las pruebas cutáneas: prick-test (sencilla, rápida y segura) o intradermorreacción; sin embargo, en ocasiones podemos encontrar falsos positivos o negativos, siendo preciso complementar con otras técnicas diagnósticas como la determinación de IgE antígeno específica en suero (RAST o CAP system). En ocasiones puede ser necesaria la prueba de provocación bronquial específica, con el fin de detectar el alérgeno desencadenante implicado.
La positividad de unas pruebas cutáneas o una determinación de IgE específica sólo indica sensibilización alérgica.
Tratamiento del episodio agudo en pediatría
Consideraciones generales
1. El abordaje terapéutico de la crisis aguda de asma dependerá de su gravedad.
2. Existen escasos protocolos sobre el episodio agudo del lactante, basándose la utilización de fármacos en la experiencia clínica y la extrapolación de datos obtenidos de niños más mayores.
3. Sería recomendable que los centros de salud dispusieran de un pulsioxímetro para mejorar la valoración de la gravedad de la crisis de asma.
4. A la hora de tratar el episodio agudo debe tenerse en cuenta:
a) El tiempo de evolución de la agudización.
b) La medicación administrada previamente.
c) El tratamiento de mantenimiento que pueda estar recibiendo.
d) La existencia de enfermedades asociadas.
5. Las crisis leves y moderadas pueden tratarse en atención primaria.
6. Deberá derivarse al niño a urgencias hospitalarias cuando haya:
a) Crisis grave.
b) Sospecha de complicaciones.
c) Antecedentes de crisis de alto riesgo.
d) Imposibilidad de seguimiento adecuado.
e) Falta de respuesta al tratamiento.
7. Hay que modificar las dosis de los fármacos y los tiempos de administración en relación a la gravedad de la crisis y a la respuesta al tratamiento.
Valoración de la gravedad
En la tabla 1 se establece un sistema de evaluación de la gravedad del episodio agudo de asma modificado de la GINA 6.
Fármacos
Agonistas β2-adrenérgicos de corta duración. Constituyen la primera línea de tratamiento. Sus beneficios en el tratamiento de la crisis han sido suficientemente contrastados 24-33 (evidencia B). La vía inhalatoria es la de elección por presentar una mayor efectividad con menos efectos secundarios.
El sistema de inhalador presurizado con cámara espaciadora es tan efectivo, si no más, que los nebulizadores en el servicio de urgencias, siendo de elección en el tratamiento de episodio leve o moderado de asma 31,34,35 (evidencia B).
Bromuro de ipratropio. En algunos estudios se ha mostrado útil asociado a los β2 agonistas de acción corta en las crisis moderadas o graves 36-38 aunque la evidencia de su uso en lactantes es limitada y contradictoria 39-41. La dosis nebulizada es de 250 μg/4-6 h en menores de 30 kg y 500 μg/4-6 h en mayores 30 kg. No debe sustituir a los agonistas β2-adrenérgicos.
Glucocorticoides. Han mostrado su beneficio cuando se usan precozmente 42,43 (evidencia B) siendo la vía oral la de elección, sobre la parenteral 44,45. No existen evidencias suficientes para utilizar los corticoides inhalados en las crisis agudas 46-48 (evidencia B). La dosis recomendada es de 1-2 mg/kg/día de prednisona (máximo 60 mg) o equivalente. Cuando el médico decida retirar la medicación antes de los 10 días no es preciso reducir la dosis progresivamente.
Antibióticos. La mayoría de estos episodios son debidos a infecciones virales, por lo que la administración de antibióticos debe ser excepcional.
Tratamiento en atención primaria
El algoritmo del tratamiento del episodio agudo de asma en atención primaria se recoge en la figura 2.
Figura 2.Tratamiento del episodio agudo de asma en atención primaria. AA-β2-AC: agonista adrenérgico β2 de corta duración; BI: bromuro de ipratropio; GC: glucocorticoide; v.o.: vía oral; i.m.: vía intramuscular.
Tratamiento en urgencias
En la figura 3 se indica el algoritmo del tratamiento del episodio agudo de asma en urgencias del hospital.
Figura 3.Tratamiento del episodio agudo de asma en urgencias del hospital. No se debe suspender el tratamiento de mantenimiento, aunque se puede ajustar la dosis. AA-β2-AC: agonista adrenérgico β2 de corta duración; BI: bromuro de ipratropio; FC: frecuencia cardíaca; FR: frecuencia respiratoria; GC: glucocorticoide; SaO2: saturación de oxígeno; v.o.: vía oral.
Tratamiento de mantenimiento en pediatría
El tratamiento de mantenimiento consta de tres apartados:
1. Educación del paciente y la familia, así como control medioambiental.
2. Tratamiento farmacológico.
3. Inmunoterapia.
Este documento no pretende ser exhaustivo y, por tanto, para temas generales de evitación de desencadenantes, de educación o de farmacología de la medicación antiasmática se aconseja acudir a guías cortas como los protocolos promovidos por la Asociación Española de Pediatría (AEP) 49,50 o las guías más extensas como: Guía para la Atención del Niño Asmático de la SEICAP 51, Asma en Pediatría 52, Guía Española para el Manejo del Asma (GEMA) 8, o Global Strategy for Asthma Management and Prevention de la Global Initiative for Asthma (GINA) 6.
Tratamiento farmacológico
Esta sección se divide en dos apartados de acuerdo a la edad del paciente que hay que tratar: niños de hasta 3 años y niños de más de 3 años. La mayoría de las guías se centran en el adulto aunque tengan algún apartado dedicado al niño. Ninguna especifica un tratamiento para el lactante de acuerdo con su clasificación fenotípica.
La clasificación del asma de un niño tiene el exclusivo interés de orientar el tratamiento a elegir en un primer momento. Posteriormente deberá ser la evolución clínica y la consecución de los objetivos de control los que dicten las modificaciones del tratamiento.
Independientemente de la clasificación de la gravedad o situación clínica del asma de un determinado paciente, el objetivo final es el buen control del asma (tabla 2).
Los fármacos antiasmáticos se dividen en dos grupos fundamentales: broncodilatadores (utilizados habitualmente como aliviadores de síntomas) y antiinflamatorios (controladores de la enfermedad) (tabla 3).
Los fármacos fundamentales en el control del asma son los corticoides inhalados. Las dosis equipotenciales de estos fármacos se recogen en la tabla 4.
La adición de agonistas β2 de acción prolongada a los corticoides inhalados permite utilizar dosis menores de éstos. Estas combinaciones terapéuticas has sido extensamente probadas en adultos y niños de edad escolar 53,54.
La medicación inhalada debe ser administrada por medio de los sistemas más adecuados a cada edad (ver apartado sobre sistemas de inhalación).
Niños menores de 3 años
Consideraciones generales
1. Muchos de los lactantes con sibilancias durante los primeros meses de vida dejarán de tener síntomas (sibilantes transitorios) con independencia del tratamiento de mantenimiento que se instaure 55.
2. La mayoría de estos episodios son secundarios a infecciones virales 14.
3. La inflamación subyacente en estos casos es probablemente distinta a la del asma atópico del escolar o del adolescente 56.
4. Existen pocos trabajos en los que se puedan basar con seguridad los criterios de tratamiento en estas edades, por lo que en muchos casos habrá que iniciar un tratamiento y variarlo o interrumpirlo si no es efectivo 33,57.
5. Las recomendaciones que se pueden hacer, por tanto, son en buena manera empíricas y de acuerdo con las siguientes suposiciones:
a) El lactante posee receptores β2 funcionantes 29,58.
b) Los fármacos antiinflamatorios tanto sistémicos como tópicos poseen las mismas propiedades antiinflamatorias en todas las edades.
c) Los efectos secundarios de los fármacos antiasmáticos en el lactante son superponibles a los que acontecen en edades posteriores.
6. Se debe tener en cuenta que en los lactantes se hace necesario un diagnóstico diferencial con otras patologías como: reflujo gastroesofágico, fibrosis quística, malformaciones broncopulmonares, inmunodefiencias, etc.
Fármacos
Glucocorticoides inhalados. En este grupo de edad, los niños con clínica de asma y con factores de riesgo de desarrollar un asma persistente pueden responder adecuadamente a este tratamiento 59-65 (evidencia B). Por otro lado, en los lactantes con sibilancias posbronquiolitis o con episodios de sibilancias relacionados únicamente con infecciones virales la utilidad de los corticoides inhalados es dudosa 66-68 (evidencia B).
Antagonistas de los receptores de los leucotrienos. Sólo existen dos trabajos en estas edades. En uno de ellos, los niños tratados tuvieron menos recurrencias durante el mes posterior al episodio de bronquiolitis 69; en otro, estos fármacos redujeron la inflamación bronquial en niños atópicos 70. Por tanto, su utilización no está suficientemente avalada en la actualidad.
Agonistas β2-adrenérgicos de larga duración. En este grupo de edad no están actualmente recomendados de forma rutinaria.
Asociación de agonistas β2-adrenérgicos de larga duración y glucocorticoides inhalados. Sólo existe un trabajo no controlado en niños de esta edad 71. Aunque sus resultados son positivos, se debería esperar a disponer de más estudios sobre el efecto sinérgico de los glucocorticoides y de los agonistas β2-adrenérgicos de larga duración en esta edad para recomendar esta asociación en niños de menos de 3 años.
Otros fármacos antiasmáticos como las cromonas o las teofilinas no han demostrado su utilidad en lactantes 72-78.
Clasificación
En la tabla 5 se indica el sistema de clasificación del asma en el niño de esta edad.
Tratamiento
La tabla 6 recoge el tratamiento de mantenimiento en el niño de menos de 3 años.
Niños mayores de 3 años
Consideraciones generales
1. Hasta los 6 años se solapan niños que pertenecen al grupo de asma transitoria y niños que tendrán asma persistente precoz. Otros niños comenzarán a tener asma por primera vez constituyendo el grupo de asma persistente de comienzo tardío 16.
2. El papel de la atopia a partir de esta edad debe ser aclarado por medio de una valoración alergológica adecuada ya que constituye el principal factor de riesgo de asma persistente 14.
3. A partir de los 6 años probablemente son pocos los niños afectados de sibilancias transitorias, por lo que la mayoría de ellos van a sufrir sibilancias persistentes bien de comienzo precoz o de comienzo tardío 14,16,17,19.
Fármacos
Glucocorticoides inhalados. Su eficacia en estas edades está bien contrastada 47,57,79-89 (evidencia A).
Agonistas β2-adrenérgicos de larga duración. Existen varios ensayos clínicos en niños de estas edades, tanto con salmeterol como con formoterol, que obtienen buenos resultados con efectos secundarios superponibles a los de los agonistas de acción corta 90,91.
Antagonistas de los receptores de los antileucotrienos. Hay datos suficientes de su efectividad en estas edades, aunque su capacidad antiinflamatoria es menor que la de los corticoides inhalados. La dimensión de su efecto como ahorradores de corticoides está por determinar 92-96 (evidencia A).
Cromonas. Una revisión sistemática de 24 ensayos clínicos concluye que en tratamiento a largo plazo, el efecto del cromoglicato sódico no es mejor que el del placebo, por lo que su utilización es actualmente dudosa 97 (evidencia A).
Asociación de agonistas β2-adrenérgicos de larga duración y glucocorticoides inhalados. Existen datos sobre el papel de los agonistas β2-adrenérgicos de larga duración en el control del asma en terapia combinada con corticoides inhalados en esta edad 53,54,98 (evidencia A). La administración de esta combinación en el mismo dispositivo podría ser más efectiva que su administración por separado 99.
La inmunoterapia específica (si se cumplen las indicaciones que se especifican en el apartado dedicado a ella) puede tener un papel en el control de la enfermedad.
Clasificación
La clasificación del asma en el niño mayor de 3 años se realiza de la misma forma que en el niño menor de 3 años, tal y como de indica en la tabla 5.
Tratamiento
La tabla 7 recoge el tratamiento de mantenimiento del niño de más de 3 años.
Inmunoterapia específica
Un reciente metaanálisis pone de manifiesto un efecto beneficioso en términos de reducción de síntomas, de medicación de rescate y mantenimiento, y de hiperrespuesta bronquial, tanto específica como inespecífica, pero sólo cuando se utilizan extractos estandarizados biológicamente 100-103 (evidencia A).
La inmunoterapia específica está indicada cuando se cumplen los siguientes criterios 104 (evidencia D):
1. Asma episódica frecuente o persistente moderada, mediada por IgE, cuando existe sensibilización a un único alérgeno, o a un alérgeno predominante, o a un grupo de alérgenos con reactividad cruzada.
2. Cuando los síntomas no se controlan de forma adecuada mediante la evitación del alérgeno y el tratamiento farmacológico.
3. Cuando el enfermo presenta síntomas tanto nasales como pulmonares.
4. Cuando el paciente (o sus padres o tutores legales) no desean someterse a un tratamiento farmacológico a largo plazo.
5. Cuando el tratamiento farmacológico provoca efectos adversos.
La inmunoterapia específica está contraindicada 104 (evidencia D):
1. En niños con inmunopatías graves o hepatopatía crónica.
2. En situaciones psicosociales que no permitan un adecuado seguimiento.
3. Como terapia de inicio en la adolescente embarazada, aunque se pueden administrar las dosis de mantenimiento correspondientes en pacientes que empezaron a ser tratadas antes del embarazo.
La edad no es un parámetro limitante del uso de inmunoterapia si se cumplen los criterios de indicación previos (evidencia D).
Aunque no existen datos objetivos, se considera que el tiempo mínimo de tratamiento ha de ser de 3 años y el máximo de cinco 104 (evidencia D).
La inmunoterapia sublingual puede ser una alternativa a la subcutánea 105,106 (evidencia C) y no suele tener los efectos adversos sistémicos que en rarísimas ocasiones ha tenido la subcutánea 107.
Tanto en la inmunoterapia específica subcutánea como sublingual sólo deben utilizarse extractos alergénicos que estén estandarizados biológicamente 104 (evidencia B).
La inmunoterapia subcutánea debe administrarse por personal entrenado. El paciente permanecerá en observación durante 30 min después de la inyección.
Sistemas de inhalación
Consideraciones generales
1. La cantidad de fármaco que se administra a un niño con asma dependerá del tipo de medicación, el sistema de inhalación, las características del paciente y de la interacción entre estos factores.
2. De las diferentes vías de administración de fármacos de que disponemos, actualmente la vía inhalatoria es la de elección 108,109 (aunque no todos los fármacos antiasmáticos están disponibles por esta vía, como los antileucotrienos y las metil-xantinas).
3. La prescripción de cualquier sistema de inhalación debe hacerse solamente después de que el niño y sus padres hayan recibido entrenamiento en su uso y hayan demostrado una técnica satisfactoria (evidencia B).
4. La reevaluación de la técnica debe formar parte de las visitas clínicas de control.
5. En niños de 0 a 5 años existe poca o ninguna evidencia en la que basar las recomendaciones que se indican.
6. En general, y a priori, la edad es la que nos orientará a utilizar un tipo de sistema u otro, y la franja divisoria se sitúa entre los 4 y 6 años 110 (tabla 8).
Inhaladores presurizados
Los problemas habituales con la técnica de administración provocan que más del 50 % de los niños que reciben tratamiento con un inhalador presurizado con aplicación directa (sin cámara) obtengan mucho menos beneficio que con otros sistemas 111. Por tanto, los inhaladores presurizados con aplicación directa en la boca NO se deben utilizar durante la infancia; deben utilizarse siempre con cámaras espaciadoras.
Cámaras espaciadoras
La utilización de una cámara espaciadora con un inhalador presurizado soluciona el problema de la coordinación, disminuye la impactación orofaríngea y mejora la distribución y cantidad de fármaco que llega al árbol bronquial 112 (evidencia A). Su utilización con corticoides inhalados disminuye la biodisponibilidad sistémica de éstos y el riesgo de efectos sistémicos 113 (evidencia B).
Hasta los 4 años se recomiendan cámaras de volumen pequeño, que son las que ya llevan acoplada una mascarilla facial. La respiración nasal que se produce en estos casos disminuye de forma importante el depósito pulmonar 114, por ello, a partir de los 4 años de edad, en cuanto sea posible y colaboren de forma adecuada, hay que pasar a una cámara de volumen grande y sin mascarilla 115,116.
Inhaladores de polvo seco
Los inhaladores de polvo seco no contienen propelentes, las dosis son homogéneas, la técnica de inhalación es más fácil que con el inhalador presurizado, y son de tamaño pequeño y manejable, lo que facilita que el niño lo lleve consigo en sus actividades. El depósito pulmonar es superior al que produce el inhalador presurizado pero los resultados son similares cuando este se utiliza con cámara espaciadora.
La cantidad de fármaco que queda impactada en la orofaringe es superior a la de los inhaladores presurizados con cámara de inhalación pero inferior a la que se produce con los inhaladores presurizados sin cámara 117,118. El riesgo de efectos secundarios aumenta con la deposición orofaríngea. Los más utilizados son los de sistema multidosis (accuhaler y turbuhaler). Con ambos sistemas es suficiente un flujo inspiratorio de 30 l/min. Estos dispositivos se recomiendan a partir de los 5-6 años de edad.
Nebulizadores
En la actualidad el uso de los nebulizadores en el domicilio para el tratamiento de mantenimiento queda restringido a casos especiales 119, y los tipo jet con fuente de oxígeno, sólo para los servicios de urgencias.
Relación entre atención primaria y especializada
1. La atención al niño asmático debe llevarse a cabo de forma coordinada entre atención primaria y especializada.
2. Cada área sanitaria necesitará concretar esta coordinación de acuerdo con los recursos que existan en ella.
3. La organización de planes de atención al niño asmático deberá llevarse a cabo contando con atención primaria y especializada.
4. Los principios generales de esta coordinación son los siguientes:
a) La atención especializada tendrá más protagonismo a medida que el asma sea más grave y viceversa.
b) El pediatra de atención primaria remitirá al niño a la unidad de alergia o neumología cuando:
Necesite una valoración alergológica y/o funcional.
No pueda controlar el asma adecuadamente.
Se den circunstancias personales y/o familiares del niño que lo aconsejen.
c) El pediatra de atención especializada (alergólogo o neumólogo):
Hará una valoración funcional/alergológica de la que informará al pediatra de atención primaria.
Recomendará unas pautas de tratamiento que el pediatra de atención primaria procurará seguir teniendo en cuenta la meta de control de la enfermedad.
5. La espirometría forzada con prueba de broncodilatación puede ser una técnica útil en pediatría de atención primaria tanto para el diagnóstico como para el seguimiento del niño asmático.
6. El Phadiatop y/o el prick-test podrían ser útiles como screening alergológico en atención primaria.
7. Sin embargo para la realización de la espirometría forzada y del prick-test se requiere una logística determinada y una formación adecuada, adquirida en unidades de neumología o alergología pediátrica.
Correspondencia: García-Marcos.
Coordinador del Grupo de Trabajo para el Consenso sobre Tratamiento del Asma Infantil, Sociedad Española de Neumología Pediátrica y Sociedad Española de Inmunología
y Alergia Pediátrica.
Correo electrónico: lgmarcos@um.es