La asociación entre nivel socioeconómico y salud ha sido demostrada en numerosos estudios. El menor nivel socioeconómico de las familias aumenta la prevalencia de los algunos trastornos del neurodesarrollo, como los trastornos del aprendizaje, el déficit de atención-hiperactividad (TDAH) y los trastornos de conducta. Sin embargo, esta asociación no se ha demostrado en los trastornos de espectro autista (TEA)1. Con motivo de la publicación del interesante artículo Prevalencia de trastornos del neurodesarrollo, comportamiento y aprendizaje en Atención Primaria2, quisiéramos comparar sus resultados con los de la Encuesta Nacional de Salud de España del año 2017 (ENSE-2017)3 y analizar la asociación entre la clase social y los trastornos del neurodesarrollo incluidos en ella.
Aunque el citado estudio2 no aporta información socioeconómica de la población incluida, entre sus resultados se identifica un 18,2% de casos con factores estresantes derivados de condiciones socioeconómicas desfavorables. Según los indicadores básicos de vulnerabilidad urbana4, solo uno de los 9 centros de salud incluidos (el de Mos) atendía a población residente en áreas urbanas vulnerables, lo cual ha podido infraestimar las prevalencias de algunos trastornos del neurodesarrollo.
Hemos analizado la asociación entre «edad», «sexo» y «clase social», y los diagnósticos médicos: «trastornos de la conducta-TDAH», «trastornos mentales (incluye depresión y ansiedad)» y «TEA», de la población de 0 a 14 años incluida en la ENSE-2017. Para ello, se han utilizado las tablas de contingencia de la ENSE-2017 (observaciones sin decimales) y los test ꭓ2 o, en su defecto, el test de Fisher. El programa estadístico empleado fue R (versión 3.5.1), fijándose la significación estadística para un valor de p<0,05.
El porcentaje de niñas y niños que padecían estos 3 trastornos fue del 3%, inferior al 11,5% resultante en el comentado artículo2. Tanto los trastornos de conducta-TDAH como los TEA fueron más frecuentes en niños que en niñas (p<0,001), no detectándose asociación entre sexo y trastornos mentales. El grupo de edad 10-14 años obtuvo el mayor porcentaje de casos de los 3 trastornos de la encuesta: un 2,9% trastornos de conducta, un 1,3% de trastornos mentales y un 0,6% de TEA (tabla 1). La menor representación de la muestra mayor de 11 años del estudio2 (16,9%) con respecto a la menor de 5 de años (55,7%) puede haber condicionado una infraestimación de la prevalencia en el grupo de mayor edad. A pesar del escaso porcentaje de trastornos de conducta-TDAH detectado por la ENSE-2017 (1,8%), se evidencia su asociación con la clase social (p<0,001), lo cual no ocurre para los trastornos mentales (p=0,504) ni para los TEA (p=0,669) (tabla 1 y figura 1).
Análisis bivariantes entre edad, sexo y clase social, y los diagnósticos médicos de trastornos de conducta-TDAH, mentales (incluye ansiedad y depresión) y del espectro autista en la población de 0 a 14 años de la ENSE-2017
Trastornos de conducta-TDAH | Trastornos mentales | Trastornos del espectro autista | |||||||||||||
---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
Sí | % | No | % | Test x2 (valor p) | Sí | % | No | % | Test x2 (valor p)* | Sí | % | No | % | Test x2 (valor p)* | |
Sexo | |||||||||||||||
Niños | 99 | 2,8 | 3.485 | 97,2 | <0,001 | 18 | 0,5 | 3.574 | 99,5 | 0,259 | 28 | 0,9 | 2.949 | 99,1 | <0,001 |
Niñas | 24 | 0,7 | 3.351 | 99,3 | 24 | 0,7 | 3.353 | 99,3 | 5 | 0,2 | 2.768 | 99,8 | |||
Total | 123 | 1,8 | 6.836 | 98,2 | - | 42 | 0,6 | 6.927 | 99,4 | - | 33 | 0,6 | 5.717 | 99,4 | - |
Edad (años) | |||||||||||||||
0-4 | 6 | 0,3 | 2.120 | 99,7 | <0,001 | 4 | 0,2 | 2.127 | 99,8 | <0,001 | 5 | 0,5 | 905 | 99,5 | 0,993 |
5-9 | 47 | 1,9 | 2.388 | 98,1 | 8 | 0,3 | 2.433 | 99,7 | 14 | 0,6 | 2.427 | 99,4 | |||
10-14 | 70 | 2,9 | 2.328 | 97,1 | 31 | 1,3 | 2.367 | 98,7 | 14 | 0,6 | 2.385 | 9,4 | |||
Total | 123 | 1,8 | 6.836 | 98,2 | - | 42 | 0,6 | 6.927 | 98,2 | - | 33 | 0,6 | 5.717 | 99,4 | - |
Clase social | |||||||||||||||
I | 12 | 1,3 | 943 | 98,7 | <0,001 | 3 | 0,3 | 949 | 99,7 | 0,504* | 4 | 0,5 | 787 | 99,5 | 0,669* |
II | 6 | 1,0 | 574 | 99,0 | 2 | 0,3 | 577 | 99,7 | 3 | 0,7 | 452 | 99,3 | |||
III | 14 | 1,1 | 1.245 | 98,9 | 6 | 0,5 | 1.255 | 99,5 | 7 | 0,7 | 1.035 | 99,3 | |||
IV | 7 | 0,9 | 815 | 99,1 | 7 | 0,8 | 819 | 99,2 | 1 | 0,1 | 701 | 99,9 | |||
V | 49 | 2,5 | 1.909 | 97,5 | 16 | 0,8 | 1.948 | 99,2 | 9 | 0,6 | 1.626 | 99,4 | |||
VI | 24 | 2,8 | 844 | 97,2 | 6 | 0,7 | 863 | 99,3 | 3 | 0,4 | 716 | 99,6 | |||
Total | 112a | 1,7 | 6.330b | 98,3 | - | 40c | 0,6 | 6.411d | 98,2 | - | 27e | 0,5 | 5.317f | 99,5 | - |
ENSE-2017: Encuesta nacional de salud de España (2017). TDAH: trastorno de déficit de atención-hiperactividad.
Test de Fisher por frecuencias esperadas menores a 5.
Clases sociales: I (Directores con 10 o más asalariados y licenciados), II (directores con menos de 10 asalariados, diplomados universitarios, técnicos, deportistas y artistas), III (trabajadores por cuenta propia), IV (supervisores y ocupaciones técnicas cualificadas), V (trabajadores semicualificados), VI (trabajadores no cualificados). Casos sin información sobre la clase social: a=11, b=506, c=2, d=516, e=6, f=400.
Diagnósticos médicos de trastornos de conducta-TDAH, mentales (incluye ansiedad y depresión) y del espectro autista según clase social de la población de 0 a 14 años de la ENSE-2017.
T: trastornos; TDAH: trastorno de déficit de atención-hiperactividad; TEA: trastornos de espectro autista.
Clases sociales: I (directores con 10 o más asalariados y licenciados), II (directores con menos de 10 asalariados, diplomados universitarios, técnicos, deportistas y artistas), III (trabajadores por cuenta propia), IV (supervisores y ocupaciones técnicas cualificadas), V (trabajadores semicualificados), VI (trabajadores no cualificados).
Las niñas y niños de clases sociales más desfavorecidas padecen más trastornos mentales y de conducta-TDAH según la ENSE-2017, siendo esta diferencia estadísticamente significativa en el caso de los trastornos de conducta-TDAH. Recomendamos incluir variables socioeconómicas que garanticen la representatividad de todos los estratos sociales en los estudios sobre los trastornos del neurodesarrollo, y nos sumamos a la reivindicación sobre la necesidad de mejorar la disponibilidad y accesibilidad de los servicios públicos de atención a la salud mental infantojuvenil.