Candal-Pedreira et al. han tratado con franqueza los retos a los que se enfrenta la revisión por pares, así como las responsabilidades de los editores para garantizar la veracidad del sello de la revisión por pares1. En el presente artículo profundizo en la profesionalización de los revisores. El perfil profesional y la experiencia de los pares, ya sea como investigadores o como revisores, varían significativamente2. A pesar de ello, como señalaron Candal-Pedreira et al., no existe ningún sistema internacional de profesionalización o acreditación. En relación con la naturaleza fundamentalmente voluntaria (es decir, no remunerada) de la revisión por pares, el cribado y la aprobación del grueso del conocimiento científico en las principales bases de datos (como PubMed, Web of Science o Scopus) queda en manos de revisores con cualificaciones muy heterogéneas y, como por lo general la revisión por pares no es abierta, no es posible responsabilizar directamente a los revisores.
Como alternativa a la sugerencia de Candal-Pedreira et al. de nombrar al Comité de Ética en Publicación (COPE, por sus siglas en inglés) y/o el Comité Internacional de Editores de Revistas Médicas (ICMJE, por sus siglas en inglés) como organismos responsables de establecer un sistema de acreditación internacional de revisión por pares, propongo la formación de un organismo independiente de científicos para acometer la formación en el proceso de arbitraje, y equilibrar el balance de poder y fortuna relacionados con la revisión de pares de manera justa y equitativa. Este hipotético Comité Internacional de Acreditación de Revisión por Pares (CIARP) tendría un mínimo de 3 especialistas por campo de investigación para dirigir el curso de acreditación, que habría de incluir 3 componentes: 1) un estudio riguroso de la experiencia y formación del candidato, así como una evaluación para determinar que su currículum vitae es veraz, válido y está actualizado3; 2) un curso exhaustivo que cubra los aspectos esenciales que comporta la revisión por pares, aspectos específicos de los distintos tipos de manuscrito que los revisores han de examinar en detalle, formación sobre cómo reconocer el fraude o elementos falsos o manipulados de manuscritos científicos, y competencias de comunicación y del lenguaje de modo que los revisores puedan transmitir sus ideas con cordialidad y profesionalidad, y 3) un examen que incluya un manuscrito auténtico, así como uno ficticio en el que se hayan introducido defectos, manipulaciones y errores para que el candidato pueda evaluar contenidos tanto válidos como falsos. El examen se realizaría a tiempo real y con vídeo para prevenir posibles trampas.
En base a los puntos 1, 2 y 3, los candidatos recibirían una puntuación y serían clasificados de acuerdo con ella en una categoría entre la A y la F, de las cuales la A correspondería al nivel más alto de acreditación. En combinación con la revisión por pares abierta y una estrategia audaz en la reforma del sistema de control de calidad de sus revistas4, esta propuesta —que, obviamente, necesita desarrollarse en mayor detalle para solventar muchos aspectos específicos— podría dar lugar a una reserva de pares formados, puestos a prueba y adecuadamente acreditados. Para asegurar que los revisores acreditados por la CIARP son evaluados de manera continuada, sería preciso realizar una nueva prueba cada año. Los pares podrían asimismo perder la acreditación. Las revistas tendrían que evitar utilizar revisores no acreditados por la CIARP. Cada revista publicaría un informe anual abierto, mostrando el número y los rangos de los revisores acreditados empleados. Dependiendo del modelo de negocio de la revista, se podría abonar una cuota anual nominal al CIARP (es decir, un pago por servicios) proporcional al número y rango de los pares acreditados, lo que haría posible la sostenibilidad del cuerpo de acreditación, garantizando con ello una interacción equilibrada entre pares, editores, revistas y editoriales.
FinanciaciónNi el autor ni el estudio recibieron financiación para el presente proyecto.