La lectura del interesante artículo publicado en ANALES DE PEDIATRÍA «Escolares con enfermedades crónicas, ¿qué les preocupa a sus profesores?1 sugiere algunas reflexiones que nos gustaría compartir.
En primer lugar, agradecer y felicitar a los autores por su trabajo. En el estudio quedan patentes los miedos, las inseguridades y las dificultades que los profesores tienen cuando se enfrentan situaciones complejas como las descompensaciones agudas de enfermedades crónicas. Los niños que padecen algún tipo de enfermedad crónica han de ser escolarizados y llevar un régimen de vida que permita la formación, la integración y la relación con sus iguales. Para ello, los centros y sus docentes deben prepararse y disponer de los recursos necesarios (humanos, materiales y formativos) que garanticen tales objetivos, manteniendo la seguridad y el bienestar de estos alumnos. En este sentido, como mencionan los autores del trabajo, son necesarias estrategias coordinadas entre los centros educativos y los centros sanitarios.
Como miembros del Grupo de trabajo Asma y Educación, de la Sociedad Española de Neumología Pediátrica, nos ha resultado muy llamativa la ausencia del asma en este estudio. En España, el asma es la enfermedad crónica más frecuente en la edad pediátrica, con una prevalencia en torno al 10% y una incidencia en aumento2. Como señalan los autores, no hay ninguna duda de la relevancia, cuantitativa y cualitativa, de las descompensaciones de la epilepsia, la diabetes o la anafilaxia1. Pero queremos recordar que el asma, que frecuentemente se presenta con cuadros leves, también se puede presentar como una reagudización, una crisis o una descompensación potencialmente grave. Así mismo, la actividad física en el entorno escolar, que sin duda aporta beneficios, puede actuar como desencadenante de una crisis si no se realiza de manera adecuada. Una crisis asmática precisa atención inmediata; de no hacerlo, puede conducir a una insuficiencia respiratoria y a una situación amenazante para la vida.
Al igual que lo observado en este trabajo con la epilepsia o la diabetes, varios estudios han puesto de manifiesto el desconocimiento que profesores de primaria y secundaria tienen sobre asma (reconocimiento de síntomas, desencadenantes o manejo de crisis)3. Se sabe que programas educativos realizados sobre asma en centros escolares españoles no solo han mejorado el conocimiento del asma por parte de los profesores, sino también el control de los síntomas y la calidad de vida de los niños asmáticos4.
Compartimos con los autores la necesidad de implementar programas formativos dirigidos a profesores sobre enfermedades crónicas y sus posibles descompensaciones agudas. Es esencial contar con la implicación de los centros escolares, las instituciones responsables y los profesionales sanitarios que atienden a estos pacientes. Consideramos que la patología asmática se debe incluir siempre en cualquier programa tanto de asistencia como de educación sanitaria en el entorno escolar.