Introducción
El proceso aterosclerótico comienza en la infancia y progresa lentamente en la adolescencia, hasta llegar a desarrollar enfermedades cardiovasculares. El papel que tienen las concentraciones sanguíneas de lípidos en el proceso aterosclerótico está claramente establecido, aunque no se excluye la existencia de otros factores de riesgo endógenos y exógenos. En la actualidad se han identificado una serie de factores que pueden iniciar o contribuir al desarrollo de la aterosclerosis, entre los que está la lipoproteína(a) o Lp(a).
La Lp(a) es una lipoproteína de baja densidad identificada por Berg a principio de la década de 1960 1. Esta lipoproteína es una partícula rica en colesterol, con movilidad electroforética prebeta, que contiene Apo-B y Apo-A.
Entre los mecanismos fisiopatológicos descritos, destaca su facilidad para depositarse en la pared arterial; además, favorece la proliferación de las células musculares lisas, incrementa la oxidación de la lipoproteína de baja densidad (LDL), disminuye la dilatación endotelio-dependiente, es procoagulante y disminuye la fibrinólisis 2.
Diversos estudios clínicos han demostrado que concentraciones elevadas de Lp(a) se asocian con un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular y representan un factor de riesgo independiente para dicha enfermedad, incluso en presencia de concentraciones normales de colesterol y triglicéridos 2-7. Por otro lado, los estudios realizados en población infantil señalan que las concentraciones de Lp(a) presentan pocas variaciones a lo largo de la vida de un mismo individuo, es decir, se mantienen valores similares en la infancia y en la edad adulta, así como el incremento de valores elevados en aquellos niños con presencia de factores de riesgo cardiovascular en la familia 8-10.
Por otro lado, se ha establecido que la obesidad es un factor de riesgo de enfermedad cardiovascular. El índice de masa corporal (IMC) y otras medidas antropométricas están correlacionadas de forma significativa con el metabolismo de los lípidos y lipoproteínas en adultos y niños 11,12. Sin embargo, no hay constancia de la relación entre el IMC u otras variables antropométricas y las concentraciones de Lp(a).
El objetivo del presente estudio ha sido conocer la distribución de Lp(a) en un grupo de niños de 6-7 años y su relación con variables antropométricas y el perfil lipídico.
Material y métodos
Se estudiaron 98 niños de 6-7 años procedentes de un estudio sobre prevalencia de hipercolesterolemia en niños de Vizcaya. A cada uno de ellos se le realizó una extracción sanguínea tras 12 h de ayuno, en la que se practicaron las siguientes determinaciones: colesterol total y triglicéridos por los métodos enzimáticos habituales usando un autoanalizador Hitachi 911. El colesterol HDL (c-HDL) se determinó tras precipitación de la colesterol LDL (c-LDL) y colesterol VLDL mediante ácido fosfotúngstico y cloruro de magnesio y posterior determinación del colesterol por métodos enzimáticos habituales. El c-LDL se calculó mediante la fórmula de Friedewald-Fredrickson: c-LDL = colesterol total - (triglicéridos/5 + HDL). La Apo-A y Apo-B por métodos inmunoturbidimétricos. La Lp(a) se determinó por el método de análisis de inmunoabsorción ligado a enzimas (ELISA) utilizando el kit comercial TintElize Lp(a) (Biopool®).
Para la determinación de peso y talla, las medidas se realizaron en los niños vestidos con ropa ligera y sin zapatos. A partir de estas medidas se calculó el IMC (peso en kg/talla 2 en m).
Los datos obtenidos se recopilaron en un programa de base de datos y se trataron estadísticamente mediante el programa SPSS®. Los resultados de las variables cualitativas se han expresado en porcentajes, y en las variables cuantitativas se ha utilizado la media como medida de posición central y la desviación estándar como medida de dispersión. Se ha utilizado el análisis de la variante (ANOVA) para analizar las diferencias en las variables antropométricas y perfil lipoproteico según las diferentes concentraciones de Lp(a). Para el análisis de correlación se utilizó el coeficiente de correlación de Spearman.
Resultados
De los 98 niños estudiados, 44 (44,89 %) eran niñas y 54 (55,10 %), niños. La media y mediana de Lp(a) en la muestra estudiada fue de 13,07 ± 19,84 mg/dl y 5,56 mg/dl (rango intercuartílico: 2,37 a 13,46), con un valor mínimo de 0,17 mg/dl y un máximo de 120 mg/dl. Las niñas presentaron valores ligeramente superiores que los niños, 15,09 ± 20,35 mg/dl y 8,32 mg/dl (rango intercuartílico: 1,91 a 11,91) frente 11,43 ± 19,45 mg/dl y 3,92 mg/dl (rango intercuartílico: 4,28 a 20,18), sin llegar a ser esta diferencia estadísticamente significativa (p = 0,86).
En la figura 1 aparece la distribución de frecuencias de concentración de Lp(a) en la muestra general. Se observa que la mayor frecuencia (61 niños) se da para valores de Lp(a) inferiores a 10 mg/dl (62,24 % de la muestra); 28 niños (28,57 %) presentaron valores entre 10 y 30 mg/dl y 9 (9,19 %) concentraciones superiores a 30 mg/dl.
Figura 1. Distribución de frecuencias de concentración de Lp(a) en la muestra global.
Los niños se dividieron en tres grupos iguales de acuerdo con las concentraciones de Lp(a). Los valores medios de las variables antropométricas, lípidos y lipoproteínas por concentraciones de Lp(a) se muestran en la tabla 1. Se observa un descenso del peso y del IMC a medida que aumenta la concentración de Lp(a), sin llegar a ser estadísticamente significativo. Los triglicéridos disminuyen a medida que aumenta la Lp(a) (p < 0,06). El c-LDL, Apo-B y los cocientes c-LDL/c-HDL y Apo-B/Apo-A aumentan de forma significativa (p < 0,05) a medida que se incrementan las concentraciones de Lp(a).
Los coeficientes de correlación de Spearman hallados entre las concentraciones de Lp(a), las variables antropométricas y las concentraciones de lípidos y lipoproteínas se muestran en la tabla 2. Las concentraciones de Lp(a) se correlacionan de forma positiva con el c-LDL (p < 0,05), Apo-B (p < 0,05) y el cociente c-LDL/c-HDL (p < 0,05) y de forma negativa con el peso (p < 0,01).
Discusión
Las concentraciones de Lp(a) en nuestro estudio varían desde 0,17 a 120 mg/dl, mostrando una distribución no gaussiana con tendencia a la acumulación hacia los valores inferiores de la curva de distribución, lo que también ha sido descrito por otros autores 8,13,14.
Respecto a las concentraciones medias de Lp(a), nuestros valores son ligeramente inferiores a los encontrados en otros estudios de ámbito nacional. Así, Montero Brents et al 15 observaron unas concentraciones de Lp(a) de 14,78 ± 20,57 mg/dl; Gómez Gerique et al 16, de 15 ± 14,7 mg/dl y Muñoz et al 17, de 14,8 ± 16,9 mg/dl. Sin embargo, hay que tener en cuenta que la mayoría de estos estudios incluyen población infantil y juvenil.
Diversos estudios describen una pequeña diferencia estadísticamente significativa en las concentraciones de Lp(a) entre niños y niñas, y aunque las niñas muestran valores más elevados 18, este hallazgo no ha sido descrito por otros autores 8,15. En nuestro estudio, las niñas presentaron valores medios más elevados que los niños, sin llegar a ser estadísticamente significativo.
Los niños con valores más elevados de Lp(a) presentaron concentraciones más elevadas de c-LDL, Apo-B y c-LDL/c-HDL, lo que parece indicar una asociación entre las concentraciones de Lp(a) y el perfil lipídico. Estudios realizados en población infantil y juvenil 8,19 describen también una correlación significativa entre los niveles de Lp(a) y c-LDL y Apo-B. Así mismo, diversos autores han descrito un aumento en las concentraciones de Lp(a) en pacientes con hipercolesterolemia 20. El hecho de que concentraciones elevadas de Lp(a) se asocien con concentraciones altas de c-LDL sugiere que el metabolismo de la LDL puede estar involucrado en la generación de Lp(a).
Respecto a la relación entre las variables antropométricas y los niveles de Lp(a), encontramos, sorprendentemente, que el peso y el IMC disminuyen a medida que aumenta la Lp(a), por lo que hay una correlación significativa inversa entre los niveles de Lp(a) y el peso. Nain-Feng Chu et al 19, en un estudio en población adolescente, de 12-16 años, no encontraran ningún tipo de relación entre variables antropométricas y concentraciones de Lp(a). Sin embargo, Randall et al 21, en un estudio en el que se intervino, con dieta y ejercicio, a 343 afroamericanos obesos, durante 3 meses, encontraron una reducción del peso y un aumento en las concentraciones de Lp(a), pero no encontraron una justificación clara a este hecho.
En resumen, los resultados de este estudio sugieren que tanto el perfil lipídico (c-LDL, Apo-B y el cociente c-LDL/c-HDL) como el peso están significativamente asociados a las concentraciones de Lp(a) en niños. Si se tiene en cuenta que la Lp(a) es un factor de riesgo independiente, que el 10 % de nuestra población infantil presenta concentraciones elevadas de Lp(a) y la clara relación encontrada entre los niveles de LDL y Lp(a), es interesante determinar este parámetro en aquellos niños que presenten un perfil lipídico desfavorable, de cara a una actuación más agresiva sobre las concentraciones lipídicas ya que la hiperlipoproteinemia(a) no tiene ningún tratamiento eficaz.
Este trabajo de investigación ha sido financiado por la Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea, ref. Proyecto UPV 078.352-EA237/96.
Correspondencia: Dra. Y. Sáez Meabe.
FIDEC-Fundación para la Investigación y Docencia de las Enfermedades Cardiovasculares.
Gurtubay, s/n. 48013 Bilbao. España.
Correo electrónico: bdbvarim@lg.ehu.es
Recibido en noviembre de 2004.
Aceptado para su publicación en febrero de 2005.